jueves, 22 de abril de 2010

EL YERNO

Un muchacho tocó a la puerta de la casa de su novia. Tuvo el tino de abrir el Padre de la muchacha

- ¿Qué desea, joven?

- Pues, verá usted, vengo a hablar con usted...
- Bueno, pues, pase joven, vayamos a la sala y ahí me cuenta de qué quiere hablar conmigo.
¿Y bien?

El joven, todo decisión, respondió:

- Mire usted, vengo a comunicarle que a su hija y a mí nos gustaría compartir nuestras vidas, nos queremos casar.
El señor sonrió.

- Pues está muy bien eso de que se casen, pero cuénteme, muchacho, ¿ya cuenta con un salario digno para poder sustentar a mi hija y los hijos que vengan?

El joven, con todo el aplomo del mundo, contestó: - Mire, aunque soy Ingeniero titulado, no gano mucho. Sin embargo, su hija me ha comunicado lo que ganan su distinguida esposa y usted. Por lo cual, confío en tener una pequeña ayuda de ustedes para poder pagar el teléfono, el agua, la luz y el supermercado.

Un poco sorprendido por la respuesta, el Padre, hizo otra pregunta:

- Bueno, ¿y piensan comprar un departamento o una casa? ¿O prefieren rentar....?
El joven, con mirada inocente, contestó:

- Si antes le pedí una pequeña ayuda para poder ir viviendo, hemos pensado que, como esta casa es muy grande y pueden vivir perfectamente dos matrimonios, no es necesario comprar o alquilar departamento o casa. Deseamos vivir en esta casa con ustedes.

El señor, desconcertado por la actitud del muchacho, continuó con el interrogatorio:
- Dígame algo, ¿tiene automóvil?

El joven, sonriendo, respondió:

- Mire, no tengo coche porque he estado pensando que si usted tiene tres, para qué vamos a comprar uno más. Usted nos deja el que les sobra y así no es necesario adquirir otro.

En ese instante, entró en la sala la Madre de la novia, quien, mirando primero al joven y luego a su esposo, preguntó
cordialmente:

- ¿Se puede saber de qué platican?
El esposo respondió:

- Querida mía, qué bueno que llegas, quiero presentarte al Señor Árbitro, quien pretende ser el futuro marido de nuestra hija..

El joven, desconcertado y molesto, inquirió:

- Oiga, ¿por qué me llama Señor Árbitro?
A lo que el presunto suegro reviró:

-Y bueno, grandísimo hijo de la chingada, ¿cómo demonios quieres que te llame si hasta ahora lo único que vas a poner en esta casa es el pito?

2 comentarios:

Patricia Ibarra dijo...

jajajajaja
jajajaja

Nickyyyyy!!!!!!!!!
Me voy hacer pipí!!!
jajajaja

Muy weno !!


Besitos!

. dijo...

jajajajajajajaja, asi o mas obvio jajajajajaja